28 nov 2010

¿Qué es decente e indecente en política?

EL GOBIERNO: Ha bajado el sueldo a los funcionarios, suprimido el cheque-bebé, congelado las pensiones y reducido la ayuda al desempleo, (EL PARO), para afrontar la crisis que han generado los bancos los políticos y los especuladores bursátiles.

Nos gustaría transmitirle al Gobierno lo siguiente:

Dediquen su empeño en rebajar LA VERGÜENZA DEL FRAUDE FISCAL, que en España se sitúa alrededor del 23% del P.I.B. (10 puntos por encima de la media europea) y por el que se pierden miles de millones de €uros, fraude que repercute en mayores impuestos para los ciudadanos honestos.

TENGAN LA VERGÜENZA  de hacer un plan para que la Banca devuelva al erario público los miles de millones de euros que Vds. les han dado para aumentar los beneficios de sus accionistas y directivos; en vez de facilitar el crédito a las familias y a las empresas, se dedica a aumentar las comisiones por los servicios bancarios.
PONGAN COTO a los desmanes de las empresas de telefonía y de ADSL que ofrecen los servicios más caros de Europa y de peor calidad.
ELIMINEN la duplicidad de muchas Administraciones Públicas, suprimiendo organismos innecesarios, reasignado a los funcionarios de carrera y acabando con los cargos, asesores de confianza y otros puestos nombrados a dedo que, pese a ser innecesarios en su mayor parte, son los que cobran los sueldazos en las Administraciones Públicas.
HAGAN que los políticos corruptos de sus partidos devuelvan el dinero equivalente a los perjuicios que han causado al erario público con su mala gestión o/y sus fechorías, y endurezcan el Código Penal con procedimientos judiciales más rápidos y con castigos ejemplares para ellos.
DIJO la Vicepresidente del gobierno "que es indecente que mientras la  inflación es -1%,y tengamos más de 4.000.000 de parados, haya gente que no esté de acuerdo en alargar la jubilación a los 70 años".

Nos gustaría transmitirle a esta "Sra. Vicepresidente" y a todos los políticos, lo que consideramos  indecente :
  
INDECENTE,  es que el salario mínimo de un trabajador sea de 624 €/mes y el de un diputado de 3.996, pudiendo llegar, con dietas y otras prebendas, a  6.500 €/mes.

INDECENTE, es que un profesor, un maestro, un catedrático de universidad o un  cirujano de la sanidad pública, ganen menos que el concejal de festejos de un ayuntamiento de tercera.
INDECENTE, es que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura).
INDECENTE, es que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete, y que los miembros del gobierno, para cobrar la pensión  máxima, sólo necesiten jurar el cargo.
INDECENTE, es que los diputados sean los únicos trabajadores (¿?) de este país  que están  exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF.
INDECENTE, es colocar en la administración a miles de asesores = (léase amigotes  con sueldos que ya desearían los técnicos más cualificados)  
INDECENTE, es el  ingente dinero destinado a sostener a los partidos y sindicatos pesebreros, aprobados por los  mismos políticos que viven de ellos.

INDECENTE, es que a un  político no se le exija superar una mínima prueba de capacidad para  ejercer su cargo (ni cultural ni intelectual).

INDECENTE, es el coste que representa para los ciudadanos sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en  gran clase) y tarjetas de crédito por doquier.

INDECENTE No es que no se congelen el sueldo sus señorias, sino que no se lo bajen.

INDECENTE, es que  sus señorías tengan seis meses de vacaciones al año.
INDECENTE, es que ministros,  secretarios de estado y altos cargos de la política, cuando cesan, son los únicos ciudadanos de este país que pueden legalmente percibir dos salarios del ERARIO PÚBLICO.

Y que sea cuál sea el color del gobierno, toooooooodos los políticos se benefician de este moderno "derecho de pernada"  mientras no se cambien las leyes que lo regula.   






25 nov 2010

Dia de la No Violencia contra la Mujer [25 de noviembre]

 

Desde Mundo sin Guerras y sin Violencia y el Partido Humanista, adherimos y apoyamos las acciones por la superación de la violencia contra la mujer.

Todas las formas de violencia se manifiestan como la negación de la intencionalidad y la libertad de otro ser humano, como acción de sumergir al ser humano, o a los conjuntos humanos, exclusivamente en el ámbito de lo natural, negando su humanidad, privándolos de su derecho a la libertad, a la felicidad y, por último, a la vida.

Reconocemos las situaciones de desigualdad, injusticia y sometimiento de la mujer en nuestra sociedad, y decimos que es Imprescindible la superación de la violencia de género en el proceso de humanización del mundo.

Queremos despertar la conciencia de la no-violencia-activa que nos permita rechazar y superar  toda forma de violencia (económica, sexual, étnica, religiosa, física,  moral y psicológica).

Esta sensibilidad podrá instalarse plenamente y conmover las estructuras sociales, abriendo el camino para una futura Nación Humana Universal, unida en la diversidad.

Llamamos a todas y todos a sumar nuestro esfuerzo y tomar en nuestras manos la responsabilidad de cambiar nuestro mundo, superando la violencia, apoyándonos en nuestros ámbitos más próximos y hasta donde llegue nuestra influencia.

 

 

Mundo sin Guerras y sin Violencia

Partido Humanista

 


 




 

16 nov 2010

El conflicto del Sahara Occidental

1936. Ocupación española en el Sáhara. (Aunque ya llevaba más de 50 años en la región)

1965. La ONU proclamó el derecho a la autodeterminación del Pueblo Saharaui e instó a España a que agilizara su descolonización.

1973. Se forma el Frente Polisario, Frente de Liberación nacional, movimiento político y militar que defiende los derechos del pueblo saharaui.

1975.
• Las tropas españolas abandonan el territorio del Sáhara dando paso a la ocupación militar marroquí.
• La Marcha Verde organizada por Hassan II, “civil” y “pacífica” para ocupar el territorio por el oeste del Sáhara estuvo marcada por el bloqueo informativo ya que al mismo tiempo que se retransmitían sus etapas no se informaba de la entrada del ejército marroquí en el territorio saharaui.

1976.
• Marruecos se hace con el control del territorio.
• Comienzan los enfrentamientos armados entre el ejército de Liberación Popular Saharaui y las Fuerzas Armadas Reales Marroquíes.
• La población civil saharaui se ve obligada a huir a la región argelina de Tindouf.

16 años de guerra que terminan cuando el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas crea el plan de paz en 1991, así como una Comisión especial para el Referéndum en Sáhara Occidental (MINURSO).

El resultado de todos estos años es:

1. El muro de la vergüenza de más de 2.700 kilómetros, construido entre 1980 y 1987, para alejarles de las ciudades más importantes y garantizar la usurpación de los recursos naturales. Desde entonces mantiene a familias separadas.

Muro de arena

2. El muro es un conjunto de seis muros defensivos de una longitud 60 veces más largo que el muro de Berlín. Es el 2º muro más largo del planeta, después de la muralla China.

3. Es una zona militar compuesta de muros de arena, de piedra, alambradas y campos de minas. Con sistemas de detección, radares, bunkers... Está custodiado con puestos defensivos cada 4 o5 Km., por más de125.000 soldados armados. Se estima que el mantenimiento del muro a Marruecos le cuesta 2 millones de euros diarios.

4. La población saharaui vive separada en:

• Territorios ocupados:
• Territorios liberados
• Campos de refugiados

Zona ocupada
Zona ocupada: En ella viven más de 300.000 saharauis. Posee grandes riquezas en minas de fosfatos, así como la zona costera de gran riqueza pesquera. Hay quien la describe como la prisión a cielo abierto más grande del mundo porque limita al norte con Marruecos, al oeste con las pateras de la muerte y al Sur y Este con el muro (todo un ejército, millones de minas y alambradas).

En la zona ocupada los militares marroquíes violan permanentemente los derechos humanos. Marruecos practica la tortura y la presión sobre la población saharaui, prohibiendo el derecho de manifestación pacífica, secuestra, tortura, viola y encarcela en condiciones infrahumanas, tanto a hombres como a mujeres.

Zona liberada
Zona liberada: Franja del desierto más árido, poblada de minas antipersona (más de 5 millones) que causan gran cantidad de víctimas entre la población y el ganado.

Campos de refugiados: En territorio argelino. Se estima que viven 165.000 habitantes. Viven gracias a la ayuda humanitaria. Un gobierno del Frente Polisario dirige los 5 campamentos.


Llevan viviendo más de 33 años en las difíciles condiciones de los campos de refugiados, en “la Hamada”, la zona más inhóspita y pedregosa del desierto del Sáhara. Sin agua corriente, red eléctrica, apenas trabajo y falta de medios en educación y sanidad, la vida de los refugiados saharauis discurre entre la provisionalidad y la precariedad.

Campo de refugiados

5. La ONU ha mantenido durante todos estos años una neutralidad cómplice con las violaciones de los DDHH y no ha actuado para exigir y garantizar la celebración de un referéndum justo y respetuoso con ambas partes.

6. A favor de Marruecos:

• Grandes ingresos económicos con los ricos recursos naturales del Sáhara; las minas de fosfatos y la pesca.
• Invisibilidad del conflicto en los medios de comunicación.
• Importante situación geográfica, paso fronterizo de África a Europa (de inmigración, narcotráfico, terrorismo…)

7. A favor del pueblo Saharaui:

• El 80% de la población española está a favor de la causa justa saharaui.
• Mantiene desde 1991 la lucha pacífica y democrática, mientras que Marruecos no ha cumplido el alto el fuego y siguen explotando bombas antipersona de fabricación una decena de años después de la firma del acuerdo. (Marruecos es el 2º país que más resoluciones de la ONU incumple, después de Israel.)
• Convenio de Ginebra para la Prevención de la Utilización de las Minas Antipersona y su eliminación.

8. ¿Qué pide el pueblo Saharaui?

• Celebración de un referéndum para la autodeterminación del Sáhara Occidental, tal y como la ONU proclamó en 1965.
• La no violación de los DDHH en los territorios ocupados del Sáhara.
• El derribo del muro y la destrucción de todas las minas antipersona del territorio del Sáhara.
• El cese de la ocupación de Marruecos en el Sáhara y cese del expolio de las riquezas naturales que no le pertenecen.

9. ¿qué puede crear el cambio?

• La presión internacional puede cambiar el rumbo de los acontecimientos.
• La información de la población es ahora un cometido muy importante.
• Usar la no violencia activa como metodología de acción.
• Encontrar una vía de solución justa y pacífica para ambas partes.


¡Solución pacífica y negociada del conflicto!
 
¡Contribuyamos a difundir la realidad del Pueblo Saharaui!

13 nov 2010

Humanistas con el Pueblo Saharaui

El día 11 el Partido Humanista de Argentina, participó en la audiencia pública que se realizo en el anexo de la Cámara de diputados del congreso de la nación referida a la causa Saharaui. La invitación provino del embajador en misión Salem Bachir y del Primer ministro Saharaui Ashe Amed.

Participaron por el PH: Juan Esponda, quien leyó el escrito que envió Guillermo Sullings por el Equipo internacional, y expresE nuestra disposición realizar acciones de apoyo en todos los países en los que esta el PHI. También estuvieron: Pablo Ales, Alba Fernández y Esther Sosa.

Relata ester Sosa: “antes de comenzar la audiencia el Embajador Salem comentó que conocía a Alberto Ammann, que reside en España (es hijo de Luis Ammann) y nos agradeció por el apoyo que habían recibido por parte de él, en los campamentos de Argelia, donde estuvieron hace unos meses. Quedamos en contacto para futuras acciones, como la creación de la junta de la República Árabe Saharaui Democrática”. Resumiendo, acota Esther: “Fue una actividad muy interesante en cuanto al contenido de las exposiciones y a la comunicación entre los participes”.

Lo que sigue es el texto con la postura del Equipo de Coordinación Internacional:
“Los Humanistas nos sumamos a las denuncias que en diversas partes del mundo se están realizando contra al gobierno de Marruecos, por el brutal desalojo del campo de protesta saharaui que cobrara la vida de varias personas, a los que se suman centenares de heridos y desaparecidos.

 
“Este conflicto, iniciado en 1975 con la anexión marroquí luego del retiro de España del territorio, ha estallado nuevamente con la violencia contra un pueblo que reclama su derecho a la autodeterminación y la independencia.

A pesar de que en 1985 el Comité de descolonización de las Naciones Unidas reconoció el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, el conflicto sigue sin resolverse por la vía pacífica, y este sangriento desalojo del campamento se produce precisamente cuando se estaba tratando el tema en la ONU.

“La política de usurpación militar de territorios, que luego busca legitimarse con el arraigo de cientos de miles de colonos marroquíes, es una práctica ya conocida en otros casos para intentar con el paso del tiempo tornar una invasión en un derecho adquirido; y lo único que se logra con eso es perpetuar los conflictos entre las poblaciones.

“Los Humanistas, que aspiramos a una Nación Humana Universal, en la que se respeten los derechos de todos los pueblos y culturas, no podemos más que manifestar nuestro rechazo contra este tipo de avasallamiento, agravado por la brutalidad de los procedimientos”.

Equipo de Coordinación Mundial – Partido Humanista Internacional

8 nov 2010

Fundamentos para la economía de una nueva civilización

Acá transcribimos íntegramente la ponencia presentada por el Dr. Guillermo Sullings en el contexto del Segundo Simposio Internacional organizado por el Centro Mundial de Estudios Humanistas en los Parques de Estudio y Reflexión interconectados virtualmente. El argentino Sullings presentó su trabajo en el Parque Punta de Vacas.
PressenzaBuenos Aires, 11/6/10 El desafío de pensar en como sería una nueva civilización puede ser muy atrayente, porque uno podría dar rienda suelta a su imaginación, y diseñar en la teoría una nueva Utopía, como la que imaginó Tomás Moro, autor del libro que le dio nombre a las quimeras sociales. Y ese ejercicio literario es válido por sí, aunque no pudiera ir más allá de las propias ocurrencias plasmadas en el papel, con las ingenuidades y las contradicciones de la persona y de la época.


Pero también podría pasar que alguien con vocación de poder, imagine como debiera ser una sociedad bajo su mando, pretendiendo tener el control de hasta el más mínimo detalle de su funcionamiento. Y esto ya lo hemos visto llevado a la práctica, en el campo de la economía, en las experiencias frustradas del socialismo real, que luego de 70 años asumió su fracaso y se entregó al viejo y conocido capitalismo.


Tal vez habría que pensar la organización de una nueva civilización como una construcción conjunta, producto de la interrelación de numerosas imaginaciones, de muchos puntos de vista, de múltiples aspiraciones. Y en ese caso podríamos intuir una cierta dirección común, una cierta sensibilidad común a la que aspira el ser humano, y en base a eso esbozar algunos trazos gruesos que luego puedan irse adecuando, modificando y enriqueciendo.


Cuando hablamos de Economía, no es muy difícil llegar a denominadores comunes de lo que la mayoría quisiera. Mejor distribución de la riqueza, equidad, armonía con el medio ambiente, buena calidad de vida para todos, relaciones solidarias, buenas condiciones laborales, y muchos otros etcéteras. Podrá haber diferencias menores, pero la mayoría coincide en ciertos objetivos fundamentales. Tanta coincidencia hay que hasta nos sentimos redundantes cuando mencionamos tales tópicos como propuestas políticas, porque todos dicen lo mismo.


Podríamos decir que las diferencias comienzan en el "cómo". Cómo debe organizarse la economía en una sociedad para obtener esos frutos a los que muchos aspiramos. Y si bien podríamos decir que las aspiraciones del futuro, son fundamentales para actuar en el presente construyendo caminos hacia ellas. También podemos decir que si no está claro el "cómo", muchas veces esas aspiraciones de todos terminan emplazadas como ensueños compensatorios que no movilizan acciones transformadoras.


Por lo tanto, buscando las raíces de lo que podrían ser los fundamentos para la economía de una nueva civilización, nos empezamos a encontrar, después del "qué", con el "cómo". Y el "cómo" puede tener al menos dos niveles: uno es "cómo debiera funcionar la organización económica para que se logre concretar las aspiraciones de la mayoría".Y el otro nivel del "cómo" es "cómo hay que hacer para cambiar la organización que hoy tenemos por esa nueva que deseamos". Porque podría pasar que entre muchos nos pongamos de acuerdo, encontremos la fórmula organizativa de un sistema económico que cumpla con los requisitos planteados, pero a la hora de aplicar esa nueva forma organizativa, quienes tienen los resortes de poder para hacerlo, se nieguen porque va en contra de sus propios intereses. Y que tal si los que sienten afectados sus mezquinos intereses no son solamente minorías, sino sectores importantes de la población.


Entonces, tal vez debamos bajar un escalón más buscando los Fundamentos, y pensar en ciertas condiciones generales como terreno propicio para intentar las transformaciones. Porque para construir un edificio con solidez, son muy importantes los cimientos, pero antes de los cimientos está el suelo en el que se apoyarán, porque si construimos los cimientos en un pantano, el edificio se hundirá. Y en la sociedad eso tiene que ver con los fundamentos culturales, con el sistema de valores, con la actitud colectiva. Difícilmente se pueda construir una economía basada en valores solidarios, en una sociedad donde prevalezca el individualismo. Difícilmente se pueda construir una economía en la que la sustentabilidad ambiental dependa de la racionalidad en el consumo, en una sociedad que tenga en el consumismo un estilo de vida. Difícilmente se puedan llevar adelante las transformaciones políticas necesarias para aplicar una nueva economía, en una sociedad en la que no haya compromiso por la participación en la gestión y la toma de decisiones.


Hoy la mayor parte del mundo funciona con las reglas del capitalismo globalizado, y este se asienta sobre comportamientos sociales darvinianos, sobre el individualismo y la avidez consumista. Y si bien hay mucha gente que comienza a tener otro tipo de sensibilidad, la maquinaria sigue funcionando, y sigue alimentando la cultura materialista. Sin embargo, esa nueva sensibilidad que va apareciendo en mucha gente, aunque aún no alcance para que cambie el sistema, ayuda a que se pongan en evidencia cada vez mas sus contradicciones, y por allí se abre una luz de esperanza.


Entonces, podríamos decir que como primer fundamento para la economía de una nueva civilización, se necesita profundizar en la sensibilización respecto a la necesidad de un cambio profundo de paradigmas. Y si bien se deben delinear las imágenes de cómo sería esa nueva economía a la que se aspira, para ponerla más cercana y accesible en el imaginario colectivo, lo fundamental será que a través de esas imágenes se transmitan nuevos valores culturales, que sintonicen con la nueva sensibilidad naciente, hasta potenciar una mística social.


La valoración de la reciprocidad como modo de relación entre las personas, y por lo tanto también en las relaciones económicas, se podrá fomentar como actitud de vida, y eso dará una dinámica transformadora a las relaciones. A diferencia de la mera solidaridad humanitarista, que no solamente tiende a naturalizar el sistema de relaciones entre "ayudadores y ayudados", sino que además no tiene mayores posibilidades de arraigarse en la mayoría de la gente, fuera de la retórica formal.


La actitud crítica y autocrítica hacia el consumismo irracional, debiera incorporarse como código de valoración social. En la cultura decadente del materialismo, tener y exhibir objetos es sinónimo de "ser un ganador"; en una nueva cultura podría empezar a ser sinónimo de "ser un imbécil".


El egoísmo, la falta de compromiso social, la animadversión por la participación en lo colectivo, la indiferencia por el dolor ajeno, y muchas otras tendencias, que hoy por ser moneda corriente permiten que los individualistas se auto justifiquen y pasen desapercibidos, a futuro se pondrán cada vez más en evidencia como comportamientos deleznables.


A partir de ese primer fundamento, el de una nueva cultura de valores, que se corresponda con una nueva sensibilidad que va naciendo, es que se podrán comenzar a colocar los pilares de una nueva economía.


Uno de esos pilares es el de generación de canales de democracia directa en diversos espacios de participación de la gente. Porque de otro modo, ¿Cómo podría la gente que desea transformar el sistema económico, operar sobre las reglas que lo regulan? La gente debe poder participar en las decisiones que hacen a la administración de los presupuestos públicos, y debe tener poder de decisión en la sanción de leyes que modifiquen las reglas del juego de la economía en función de una distribución del ingreso más equitativa. Y también los trabajadores deben tener poder de decisión sobre la gestión y administración de las empresas. Una sociedad con una cultura de participación política, y con un proyecto transformador por delante, no puede caer en las vías muertas de las democracias formales, muchas veces asociadas con el poder económico concentrado, sino que deben tener canales expeditivos para la toma de decisiones.


Otro de los pilares para una nueva economía, y que tiene que ver con un cambio de paradigmas, es el de la aplicación a raja tabla del principio de "iguales oportunidades para todos". El Estado debe garantizar que todas las personas tendrán iguales oportunidades para desarrollarse económicamente. Luego cada cual sabrá como utiliza tales oportunidades, pero estas deben existir por igual. Comenzando por garantizar la educación pública y gratuita para todos en todos los niveles, continuando por el estímulo y la ayuda financiera, y desarticulando los bolsones de poder que condicionan las relaciones económicas.


Desde luego que sobre los pilares de una nueva economía, se deberán ir montando toda una serie de legislaciones y procedimientos propios de una economía mixta, una economía a escala humana. Temas como la propiedad participativa de los trabajadores en las empresas, la banca estatal sin interés, las reformas tributarias, los presupuestos participativos, y otros, requerirán de un profundo análisis técnico para viabilizar su implementación. Pero ese análisis sería muy difícil de hacer con tecnócratas formados académicamente en una visión en la que el dinero y la economía han sido el valor central.


Será necesario, como fundamento de una ciencia económica al servicio del hombre, modificar la actual concepción de la economía como una "ciencia exacta, con algunas interferencias sociales", y pasar a la concepción de la economía como una ciencia social, que utiliza instrumentos técnicos. Ya no habrá que buscar equilibrios en el mercado, a costa de sacrificios sociales, sino que habrá que lograr equilibrios sociales basados en el principio de la igualdad de oportunidades, adecuando la técnica a tal principio. Y ya no se podrá medir el crecimiento y el desarrollo con el dinero como unidad de medida, sino que habrá que ponderar los índices de desarrollo humano, poniendo la economía al servicio de tales indicadores.


Finalmente, debemos decir que como los problemas globales requieren de soluciones globales, y no serán precisamente las potencias que los generaron las que se ocuparán de resolverlos, será fundamental contar con un nivel de resolución mundial para tales problemáticas. La pobreza extrema de muchos países, el calentamiento global, el colapso energético y alimenticio, y otros flagelos de escala mundial, no pueden ser enfrentados por cada país, sino por su conjunto. Las naciones, manteniendo y respetando su diversidad cultural y autonomía, deberán funcionar como una Gran Nación Humana Universal, para coordinar la resolución de las temáticas mundiales.

1 nov 2010

Una propuesta política para la Nueva Civilización

Hace 2 años, en este mismo lugar, durante el 1er Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas, hablamos sobre ética y acción política. En aquella ocasión comenzamos diciendo: “Hoy en día las relaciones entre ética y política son muy complejas y hasta tortuosas. A tal punto que ambas parecen constituir universos antagónicos y en apariencia incompatibles entre sí".


Punta de Vacas, 10/31/10 "La política es la única actividad que pareciera regirse por una suerte de pragmatismo que depende casi por completo de las conveniencias coyunturales”.

Hoy nos invitan nuevamente a hablar de política, esta vez como fundamento para una nueva civilización. No está fácil, después de lo que dijimos en aquella oportunidad y sobre todo cuando constatamos que esa crisis se sigue profundizando cada día más.

Sin embargo, queriendo avanzar hacia una nueva civilización, y habiendo hecho de la política nuestra forma de acción humanizadora, intentemos esbozar un lineamiento para esta acción política de cara a esa nueva civilización con la que todos soñamos.
Bien, pero comencemos con una pregunta: Si la dirección que ha tomado el sistema que nos incluye fuese destructiva, como parece indicarnos la experiencia cotidiana, ¿qué podemos hacer para modificarla? Pregunta difícil de responder. Más aún hoy, cuando ese sistema ya no es local sino global: ya no se trata de un país o de una región sino que del mundo entero.
Esta no es la primera vez que el ser humano se encuentra en una encrucijada histórica parecida, esto ha sucedido muchas veces antes. Diferentes civilizaciones fueron reemplazadas, unas por otras. Lo distinto está en que ahora no hay una civilización afuera de la crisis que pueda dar las respuestas necesarias. En un mundo globalizado no hay nadie “afuera” de esa crisis. Entonces, la respuesta no vendrá de afuera, ni tampoco podrá venir de ciertos líderes iluminados que la impongan desde arriba a las poblaciones; en una época de mundialización, la respuesta necesariamente la deberán encontrar los pueblos en su conjunto, como verdaderos protagonistas de la Historia.

Hasta ahora el Ser Humano nunca ha logrado desprenderse del comportamiento agresivo, y las sociedades que ha creado siguen estando marcadas por la violencia. ¿Es posible erradicar la maldición de la violencia desde las sociedades humanas? A la luz de la experiencia histórica, estaríamos tentados a decir que no, que se trata de una esperanza ilusoria. Sin embargo, también es cierto que en distintos momentos han existido personas y causas que alcanzaron sus objetivos sin recorrer el camino de la sangre y la destrucción; ellos nos sirven de modelos o referencias vivas para orientar nuestra acción.

Establezcamos desde ya con claridad que una nueva civilización necesariamente deberá ser una civilización no violenta.
Y un nuevo referente, político o social, diseñado para una nueva civilización, deberá sustentarse en dos pilares fundamentales: poner al ser humano como centro, por encima de cualquier otro valor, y su forma de acción ha de ser no violenta. Además, respecto del método de análisis de la realidad social, es necesario incorporar a la subjetividad humana dentro de los factores relevantes que impulsan cualquier proceso de cambios.

Afirmamos que el principal indicador para medir el éxito de una nueva forma de hacer política ha de ser el retroceso de la violencia, hasta su completa desaparición desde la convivencia social.
Porque, ¿Cómo puede ser posible que unas minorías impongan condiciones francamente desventajosas para el conjunto y esas mayorías ni siquiera intenten oponerse? La respuesta es muy simple: lo que sucede es que no hay real democracia y, en estricto rigor, las mayorías no están decidiendo nada importante.
La democracia se sustenta en el equilibrio de poderes y en el contrapeso que establece una sociedad civil fuerte y organizada para limitar al Estado y al paraestado y controlar su funcionamiento. Cuando un poder queda fuera de control porque no existen contrapoderes que lo regulen, el equilibrio se rompe y el sistema democrático se distorsiona completamente adquiriendo un carácter puramente formal, ya que las decisiones que estaban en manos del pueblo en su conjunto pasan a radicarse en ese poder desbocado en manos de una minoría. Este es el caso del poder económico.

Una dificultad adicional es: ¿Qué contrapeso podemos oponer al totalitarismo del capital financiero para limitar su acción, cuando ni siquiera alcanzamos a percatarnos de su existencia y de su alcance?
El Estado se encuentra desacreditado, debilitado y se ha convertido en dócil instrumento de esta nueva tiranía. Y por otra parte, el tejido social, que era la base del poder de las poblaciones, se encuentra totalmente desintegrado.

Para lograr el urgente propósito de contener al capital financiero es necesario levantar contrapoderes que le arrebaten el dominio absoluto que hoy ejerce, de modo que las sociedades consigan recuperar su soberanía e independencia. En principio, existen sólo dos vías para crear esos contrapesos: por una parte, recuperando la autonomía del Estado a través de la lucha electoral y en segundo lugar, reconstruyendo el tejido social y la organización ciudadana mediante un trabajo intencional en la base, capaz de articular un auténtico movimiento social. Así, el Estado podrá encuadrar al capital mientras que la comunidad organizada encuadrará al Estado, regulando al poder estatal.

Las transformaciones sociales y económicas que se requieren deben orientarse a impedir cualquier forma de concentración de poder. Ese es el gran desafío; eliminar toda forma de concentración de poder. Y en esa dirección apuntan la superación de la democracia representativa por una plebiscitaria, la regionalización efectiva y la empresa de propiedad de sus trabajadores, todas políticas necesarias en una nueva civilización.
Una nueva civilización debería aspirar a construir una nación humana universal, que básicamente consiste en una confederación de naciones, multiétnica, multicultural, multiconfesional; se trata de la convergencia de la diversidad humana. Para que ese nuevo mundo se consolide, se hace urgente y necesario modificar radicalmente el sistema de relaciones sociales y económicas que hoy nos rige. Ha llegado entonces el momento de poner a la economía al servicio del ser humano y no al ser humano al servicio de un orden económico aberrante.

Es muy importante comprender que no se trata de una cuestión de modelos sino que de prioridades. La salud y la educación son necesidades humanas básicas y, como tales, se constituyen en derechos humanos inalienables que deben ser asegurados igualitariamente. La verdadera revolución es, en el fondo, un asunto muy poco vistoso pero profundamente significativo de reordenamiento de prioridades, poniendo a la salud y la educación en el primer lugar. Y por el momento, el Estado parece ser la única entidad que puede asegurarlo, así es que la sociedad debe proveer los recursos necesarios para que cumpla su función sin postergación y con la máxima excelencia.

En lo económico, una nueva civilización deberá tener la forma de una economía mixta en la que el Estado opera, podríamos decir, en consenso con el mercado, estableciendo un nuevo contrato social con los actores privados, entendidos ahora ya no como sectores antagónicos o competidores sino que complementarios y sinérgicos. No estamos propiciando, de ningún modo, un regreso al estatismo sino que proponiendo la construcción de un gran acuerdo público-privado para actuar en convergencia. El Estado puede planificar y coordinar muchas cosas y eso no necesariamente significa centralizar la economía. Se trata de incentivar, de financiar, de premiar lo que conviene y castigar lo que no conviene al conjunto, disolviendo cualquier forma de monopolio.

Debemos ahora reflexionar sobre la cuestión del poder.

Siempre que se habla de democracia, se la asocia obligadamente a la representatividad, como si existiera allí una frontera infranqueable para la imaginación, que pareciera no atreverse a ir más allá de esos límites. Por su parte, la clase política, temerosa de ser desplazada, se encarga de reforzar esa vacilación martillando sin pausas acerca de la imposibilidad de gobernar sin partidos ni representantes. ¿Qué innovaciones seremos capaces de proponer para superar esta dura prueba que enfrenta hoy la democracia?

Cuando los partidos políticos se vinculaban realmente a los pueblos, recogiendo y expresando las distintas sensibilidades colectivas que estaban en juego, entonces tenían legitimidad y reconocimiento social. Pero cuando sólo les interesó el poder, perdieron su autoridad como intérpretes y portavoces de la realidad social, que era su único capital político. Entonces, esos referentes se convirtieron en máquinas electorales productoras de funcionarios públicos y abandonaron el vínculo directo con aquellos pueblos y sus problemas, para optar por una relación intermediada.

En realidad, la democracia recuperará su alma cuando el pueblo vuelva a ser el protagonista. Pero esa energía colectiva va a manifestarse en plenitud sólo cuando dicha participación sea sinónimo de decisión, cosa que se hará efectiva si se ponen en marcha ciertas transformaciones de fondo al sistema democrático orientadas a traspasar a la comunidad organizada niveles de decisión cada vez más altos.

La fórmula de un Estado fuerte y un pueblo débil desembocó en los totalitarismos estatales que aplastaban la libertad a través de la violencia institucional. Un Estado débil y un pueblo débil han generado un vacío de poder que permitió la irrupción de un ilegítimo estado paralelo en manos del poder financiero internacional, el que mantiene “secuestradas” a las sociedades mediante la imposición de condiciones de violencia económica generalizada. Un Estado y un pueblo fuertes podrían establecer entre ellos un equilibrio dinámico de poderes. Pero, en la medida en que las comunidades adecuadamente coordinadas vayan aumentando su poder real, el dominio estatal disminuirá proporcionalmente y la organización colectiva se irá acercando cada vez más al ideal de una democracia directa. Y cuando los pueblos sean capaces de tomar todas las decisiones respecto de aquello que los incluye directamente, entonces la libertad dejará de ser una mera palabra para convertirse en realidad social, largamente anhelada y duramente conquistada.

Si antes se pretendió, erradamente, hacer la revolución prescindiendo de la conciencia humana, hoy la revolución es, antes que nada, un acto de conciencia. Las comunidades se verán enfrentadas al desafío de crear nuevas formas de organización en la base social. Será necesario encontrar un nuevo tipo de organización, mucho más flexible y capaz de responder dinámicamente a los esfuerzos que le exigirá la situación de inestabilidad social generalizada. Estamos seguros de que esas nuevas orgánicas estarán muy lejos de la morfología piramidal y jerárquica tan propia de esta prehistoria que queremos abandonar y superar. Entonces, las relaciones verticales de subordinación serán reemplazadas por una red de vínculos de coordinación entre funciones diversas, sin un centro manifiesto del cual, más de alguno, pudiera querer apoderarse para gobernar a todo el conjunto.
Proponemos avanzar hacia modos de autogestión popular que impidan, desde su génesis, cualquier forma de dominación. El cambio verdadero no es el reemplazo de un poderoso por otro, de un dominador por otro, sino la total ausencia de poderosos y la superación definitiva de un orden social que implique dominadores y dominados.
Los humanistas siempre hemos tenido especial cuidado en considerar al poder político sólo como un medio más —en ningún caso el único, ni siquiera el más importante— para llevar adelante una revolución que, entre otras cosas, aspira a desarticular para siempre la relación perversa entre poder y violencia a través de formas de acción y de lucha no-violentas.

Una revolución social humanista se caracteriza, básicamente, por una reorientación de todo el sistema, de la acumulación a la distribución. En una sociedad auténticamente humana el empeño estará puesto en mejorar radicalmente las condiciones de vida de los pueblos por encima de cualquier otro interés. Una revolución política significa básicamente la desconcentración del poder.

De acuerdo con nuestra concepción, esas verdaderas redes intencionales que son los conjuntos humanos no requieren de ninguna conducción ni estimulación externas a su propia iniciativa, sino que de una adecuada coordinación. Es importante que se entienda bien la diferencia: si consideramos a los seres humanos como conciencias activas, que no sólo reflejan el mundo sino que están siempre en situación de transformarlo, entonces se vuelve por completo ilegítimo interferir en ese proceso desde afuera porque lo que está en juego es la misma libertad humana.

Entonces proponemos avanzar hacia un Estado coordinador, facilitador. Este rol activo pero no coercitivo del Estado, no tiene nada que ver con esa suerte de ausencia o parálisis estatal que propugna el neoliberalismo, sobre todo porque no se produce ningún vacío de poder, al estar éste íntegramente radicado en la comunidad organizada.

De aquí en adelante, todo el tema ha de ser la reorganización de la base social, de modo que la potestad allí encarnada pueda manifestarse con todo su potencial. Sospechamos, con esperanza y entusiasmo, que serán las nuevas generaciones que aparecen ya en el horizonte, las que llevarán adelante este desafío, que no es otro que el de la superación del sufrimiento que hoy afecta a millones, para avanzar hacia la tan anhelada Nación Humana Universal.
 
Tomás Hirsch, miembro del partido humanista internacional.