Hemos recibido muchas preguntas sobre la participación de los Estados Unidos en el golpe a la democracia en Honduras, el poder real del presidente Barack Obama y el interés de la gran potencia en ese país centroamericano. Las contestaremos en dos partes.
Sabemos que al término de la Segunda Guerra Mundial contra el nazismo y sus aliados, comenzó el enfrentamiento entre los aliados triunfantes, todos contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La designación de “fría” para esta verdadera guerra hace relación a que no hubo enfrentamientos directos, frontales, entre las superponencias, sino que se enfrentaron a través de otros actores. Como en una partida de ajedrez, los imperios movieron sus piezas en Corea (enfrentados el sur y el norte), en Vietnam (también norte contra sur) y en muchas escaramuzas menores, no sólo en Asia sino en Africa y América Latina. Los Estados Unidos se enfrentaron con pueblos débiles que recibieron el apoyo logístico de la URSS -no de tropas- y no pudieron ganar. Las derrotas militares de los norteamericanos han sido un trauma que se actualiza ahora en Irak, Afganistán y Pakistán.
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Parte II
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(*) Luis Ammann es periodista y miembro del Movimiento Humanista en Argentina