2 ago 2012

Entrevista a Birgitta Jónsdóttir sobre Islandia

Birgitta Jónsdóttir: "Sólo gritar en la calle no sirve"

Birgitta Jónsdóttir (Reikiavik, 17 de abril de 1967) es poeta,
activista, portavoz de varios grupos como Wikileaks y parlamentaria en
Islandia. Su fama es tal que se ha convertido en la primera bloguera
del país, además de seguir trabajando incansablemente por la libertad
de prensa en varios proyectos comola Icelandic Modern Media
Initiative, una especie de paraíso para la libertad de prensa en la
red. Recibe a los entrevistadores con su inseparable portátil en la
mano, colmado de pegatinas revolucionarias, en la sede de Althing, el
Parlamento islandés.

Pertenece al partido de los ciudadanos Civic Party –ahora llamado The
Movement–, creado en el 2009, después del colapso de la economía
islandesa en el 2008. Las protestas de los ciudadanos, en las que ella
participaba activamente, consiguieron destituir al gobierno, acabar
con la banca privada que les había llevado a la quiebra y proponer un
nuevo ­Ejecutivo.

Jónsdóttir nunca había pensado en meterse en política –luchaba como
activista y escritora–, pero de la noche a la mañana se convirtió,
como ella lo define, en "un virus en el sistema". En apenas ocho
semanas, un grupo de ciudadanos que querían cambiar las cosas
constituyeron un partido político que fue votado por un 7% de la
población islandesa. Desde las elecciones del 2009, cuatro de estos
ciudadanos están sentados en el Parlamento "para hacer escuchar la voz
de los que gritan fuera", dice la diputada. Abanderada de un sistema
de democracia directa, participativa y ciudadana, desvela las claves
del que se ha dado en llamar "el milagro islandés" o "la revolución
silenciosa".

La escritora lleva más de 30 años trabajando además como diseñadora y
activista... hasta participó con Wikileaks en el polémico vídeo
Collateral Murder sobre la guerra de Iraq.

¿Cómo es que ahora forma parte del Parlamento?

Soy una activista en el Parlamento, como dice mi tarjeta de visita. Lo
cierto es que nunca imaginé estar aquí, pero tras tantos años de lucha
me he dado cuenta de que es necesario estar en el vientre de la bestia
para cambiar las cosas. Sólo gritar en la calle no sirve, hay que
conocer las reglas del juego y también trabajar desde dentro.

¿Cómo surgió la idea de crear un partido de ciudadanos?

Tras el hundimiento de la economía en el 2008, el país entró en
bancarrota y la sociedad islandesa se colapsó. Nuestras deudas, por
culpa de las arriesgadas operaciones de los bancos, eran 12 veces
mayores que nuestro PIB. La gente empezó a perderlo todo cuando la
burbuja se pinchó, y la gran mayoría salió a la calle para protestar.
El resultado fue la destitución de la banca, del gobierno y las nuevas
elecciones. Aquí es donde entra el partido ciudadano. Ocho semanas
antes de las elecciones del 2009, un grupo de ciudadanos de la calle
sin la menor experiencia política, sin dinero, pero con ganas de hacer
democracia, decidimos juntarnos y hacer un partido político.

¿No es suficiente el activismo para cambiar las cosas?

Ser activista es muy importante. Es necesario estar en la calle para
decir lo que se piensa, participar. Pero también es fundamental
conocer los hilos desde el interior. Estar dentro significa vigilar de
cerca al enemigo.

Hay gente que ve Islandia como un perfecto modelo experimental.

Nuestro país es un excelente laboratorio de pruebas. Hemos dejado caer
a los bancos, no los hemos rescatado, hemos llevado al banquillo a los
culpables de la crisis y según el último informe económico parece que
nuestra economía va a crecer el triple de lo que lo hará la zona euro
en el 2013. Estamos experimentando soluciones a un problema que está
afectando al mundo entero. Quizás estas medidas son más sencillas de
tomar aquí que en otros países porque somos tan sólo 311.000
habitantes y nuestra capacidad de respuesta es más rápida. La realidad
es que ya no estamos bajo el programa del FMI y hemos superado nuestra
peor crisis sin el coste social al que se está sometiendo a otros
países de Europa.

La revolución de Islandia parece estar bien encaminada con los cambios
políticos y los juicios a los culpables de la crisis. ¿Es necesario
avanzar más?

Esto es un buen principio, pero lo logrado hasta ahora no servirá de
nada si no ponemos las herramientas necesarias para impedir que vuelva
a ocurrir lo mismo. ¿De qué sirve echar a los políticos y a los
banqueros si las pautas por las que se rige el sistema siguen siendo
las mismas? Hay que dar poder al ciudadano, que tenga las armas
necesarias para que su gobierno no haga cosas que la gente no quiere.
Esta es la idea de la nueva Constitución que estamos reescribiendo
entre todos. De las personas, para las personas. Esta es la única
forma de impedir que otra crisis nos golpee de nuevo.

¿Una Constitución reescrita por los ciudadanos?

Sí. Para mí,la Constitución es el acuerdo social, y por esto es
importante la participación del pueblo al reescribirla. Hemos elegido
a 1.000 personas aleatoriamente para que aporten sus ideas y a 25
ciudadanos para que la redacten. Ya está terminada y tiene que pasar
la aprobación del Parlamento.

¿Qué otras nuevas fórmulas de participación ciudadana experimentan?

Gracias a internet, la ciudad de Reikiavik ha lanzado una plataforma
de democracia directa que cuenta con muy buena aceptación, se llama
BetterReyjavyk. Se trata de una página creada por el Ayuntamiento en
la que los ciudadanos pueden dejar sus peticiones de mejora. El
Ayuntamiento está obligado a estudiar las cinco más votadas y dar
soluciones mensualmente a sus habitantes. Gracias al buen resultado de
esta iniciativa, se ha creado otra plataforma, BetterIceland, que
abarca a todo el país. La idea es la misma, y las cinco propuestas más
votadas se llevarán al Parlamento.

¿De dónde viene su afán por luchar contra las injusticias?

Yo siempre he sido así. Si alguien era golpeado o herido por otro y
necesitaba que lo ayudaran, siempre he estado allí. Siempre he
trabajado de alguna forma para que la gente esté unida, para crear una
alternativa. Ahora creo firmemente que los partidos políticos deben
trabajar juntos para solucionar los problemas. En nuestro Parlamento
se puede ver a los comunistas y a los capitalistas trabajando mano a
mano en ciertos proyectos.

Una de las principales cargas pendientes que tiene Islandia es la
deuda que generaron los bancos antes de caer. ¿Cómo está la situación
ahora mismo?

La gente no quiere pagar por los errores de unos "vikingos
arrogantes", como denominan aquí a los banqueros y los políticos que
nos han llevado a esta situación. Uno de los tres grandes bancos
islandeses, Landsbanki, abrió una filial en Reino Unido y Holanda que
tuvo un éxito tremendo gracias a los altos intereses que pagaba en una
cuenta llamada Icesave. En octubre del 2008, apenas 15 días después de
la quiebra de Lehman Brothers, el Reino Unido detectó que los bancos
islandeses estaban traspasando dinero de las cuentas británicas a
Reikiavik y les congeló todos sus fondos aplicando la ley
antiterrorista. Los bancos estaban sobreendeudados, y esto, unido a la
crisis global, les llevó a la bancarrota. El Estado no los rescató.
Los dejó desplomarse, y posteriormente los nacionalizó e inyectó
dinero para que siguieran operando, pero sólo en Islandia. Londres y
Amsterdam pagaron el valor de los depósitos y desde entonces reclaman
los 4.000 millones de deuda, un tercio del PIB de nuestro país. Para
resolver esta situación se planteó que cada familia pagara de su
bolsillo 50.000 euros desde el 2016 al 2024 pero el pueblo dijo no en
un primer referéndum. La siguiente oferta política era reducir el
interés de la deuda a un 3,3% y alargar su pago hasta el 2046, pero
los ciudadanos volvieron a negarse a pagar por algo que ellos no
provocaron. Ahora tendrán que hablar los tribunales.

Ciudadanos de muchos países como España les admiran por su
determinación ante los bancos y los políticos corruptos. Son el faro
de muchos movimientos sociales como el 15-M en España u OccupyLondon.

Tenemos el mismo problema en el mundo entero, y escucho cómo este eco
se propaga de un país a otro, estos movimientos son el reflejo del
mismo sentimiento común: el sistema no nos sirve, sólo se sirve a él
mismo. El mundo por fin está despertando.

Y si el sistema no sirve, ¿cómo se cambia?

El error es querer desconectar el sistema de una sola vez. Creo que no
se puede. Que se tiene que hacer por etapas. Hay que crear una base
para poder desmontarlo y crear un sistema para la gente, un modelo más
pequeño, accesible y no tan centralizado. No se puede pretender que la
gente de la noche a la mañana se siente en las plazas a votar para
cambiar las leyes, esto necesita varias fases y ahora aquí estamos en
la primera. Nosotros empezamos por tres demandas concretas: fuera el
gobierno, fuera los bancos corruptos y reescribirla Constitución. Ya
están prácticamente conseguidas. Creo que es fundamental ir alcanzando
resultados para evolucionar.

En el paraíso de la revolución islandesa también hay problemas, ¿no es cierto?

Por supuesto, ahora mismo estamos bastante divididos entre la gente
que quiere entrar en la Unión Europea y la gente que está en contra,
pero lo importante no es lo que se decida sino que la decisión se tome
de la forma más democrática posible, que todo el mundo opine y reciba
una correcta información.

Pero las tiendas de campaña que un día se levantaron en señal de
protesta frente al Parlamento aún siguen aquí. ¿Por qué?
La gente quiere que los parlamentarios no olvidemos que estamos aquí
porque ellos existen. Los ciudadanos nos han votado y ellos nos
vigilan. La sociedad está aprendiendo a tomar parte.

Ante la gran crisis que asuela España, ¿qué mensaje se puede enviar
desde Islandia?

Creo que la gente no debe preocuparse tanto de si es la derecha o la
izquierda la que gobierna. Todos ellos pertenecen a un mismo sistema
que se ha demostrado que no funciona. Hay que cambiar el sistema con
participación ciudadana.
Parece que los movimientos sociales que el año pasado sacudieron el
mundo están un poco debilitados. ¿Qué opina?
No lo creo en absoluto. En la energía de la revolución está la
evolución, y eso no ocurre inmediatamente, ocurre de forma gradual. La
única cosa que hace a la gente salir a la calle es no tener nada que
perder. Si la crisis se recrudece, la gente luchará aun más.

Tras los cristales del Parlamento, se observa en la calle una gran
pancarta que dice: "We are 99%, they are 1%" (somos el 99%, ellos el
1%). ¿Qué le dice esto?

Que es nuestro momento, es nuestro turno de despertarnos y salir a la
realidad. Tenemos que hacer algo y rápido para inspirar a los demás.
Es nuestra responsabilidad. Nosotros somos el 99%; ellos sólo son el
1%.

¿Cómo ve la sociedad futura?

Todos los días participamos en actos de consumo irresponsable que
contribuyen a la miseria de otros. Es importante tomar conciencia.
Tenemos que darnos cuenta de que nadie va a venir aquí y salvarnos,
tenemos que esforzarnos nosotros mismos. Una de las razones por las
que nos vemos metidos en este atolladero es porque un día empezamos a
creer que el sistema no éramos nosotros.

¿Considera necesario un cambio de conciencia?

En la demanda de justicia siempre hay un grave peligro cuando la gente
alcanza lo que cree que necesita. Yo espero que la gente comience a
desarrollar más compasión hacia los demás y sienta que tenemos que
cambiar el rumbo de nuestras vidas. Si no hacemos esto ahora, vamos a
destruir el planeta. Es hora de darse cuenta que el camino que
llevamos es el de la autodestrucción.

Usted habla de responsabilidad social…

Hemos dado el poder a otros. Si queremos reclamarlo, tenemos que tomar
responsabilidades en nuestras sociedades todos juntos y apostando por
la sostenibilidad del planeta. Todas las naciones deberían reescribir
sus constituciones. Es algo hermoso que podemos construir juntos
porque en el fondo todos tenemos los mismos sueños cuando descendemos
hacia nuestros valores como seres humanos.

¿Podría calificarse de responsabilidad social su nuevo proyecto sobre
crear un paraíso de transparencia para la libertad de prensa?

La Icelandic Modern Media Initiative (Iniciativa Islandesa de Medios
Modernos) es un proyecto legislativo que pretende hacer de la isla un
paraíso de la libertad de información y de expresión donde los que
publiquen tengan la garantía de que su información nunca será
censurada. En un momento como el que vivimos es necesario ser
transparente y proteger a los informadores. Hay que actuar
responsablemente y utilizar lo mejor de las legislaciones. Queremos
crear un entorno en el que si tienes algo importante que contar puedas
tener un sitio donde hacerlo.

Además de formar parte del Parlamento, usted también participa en la
International Networkof Parliamentarians for Tibet, en SaveIceland, es
portavoz de Wikileaks, tiene tres hijos que cuida sola y le da tiempo
a escribir varios libros –uno, con el Dalái Lama y Sigur Ros, titulado
The Book of Hope–. Además, su blog es uno de los más populares de
Islandia. ¿Cuál es su secreto?
Querer cambiar las cosas, buscar la igualdad en la sociedad. Mi madre
fue una feminista convencida, pertenecía al Women's Party, era
antimilitarista y fue la primera mujer trovadora de Islandia –un mundo
totalmente cerrado para la mujer–. Ella me ha enseñado a luchar por
las cosas en las que creo. Supongo que esto te da una energía
especial.

¿Es el siglo XXI el de los ciudadanos?

Estamos viviendo tiempos de crisis, y es el momento de utilizar esta
crisis porque es la única oportunidad en la que las masas pueden
cambiar la realidad. Es nuestro momento.
 


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