Desde hace un tiempo, sobre todo desde la llegada del PP al Gobierno, muchas personas observan atónitas (otras ya preveíamos lo que ocurriría) esta carrera imparable para desmantelar rápidamente todo lo que suene a democrático o a derechos civiles, económicos o sociales. Las instituciones del estado (poder legislativo, ejecutivo y judicial) en sus distintos ámbitos territoriales (estatal, autonómico y local) están ahora al servicio de un nuevo orden, que llamaremos el paraestado, formado por la banca, el FMI, El Banco Central Europeo, La Comisión Europea, la Troika o como quieran llamarse. Parafraseandoa Silo en El Documento Humanista: “está llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado”..
Los políticos que son elegidos y ejecutan los mandatos del nuevo amo, ya no están interesados en ser buenos administradores en su área (salud, educación, justicia, etc.) ; o en llegar a acuerdos con los profesionales que entienden de los problemas o mejorar el funcionamiento de la administración. Todo se subordina al objetivo de obtener dinero. Por supuesto que esto nada tiene que ver con la prestación de un servicio público. Todo ese dinero, todos los recursos, presentes y futuros se destinan a pagar las condiciones (los intereses y el capital) de los préstamos de los “mercados financieros”. Vivimos pues, en la tiranía del dinero, en una dictadura que tiene nombres, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.
La antepenúltima entrega de esta serie por capítulos ha sido la decisión del “liberal” Gallardón de implantar unas tasas judiciales desproporcionadas para continuar en esa línea recaudatoria. Las tasas son tan desmesuradas que impedirán el acceso a reclamar sus derechos a una mayoría de la población, y se producirá de esta manera una reducción drástica de las demandas en los juzgados, sin la existencia de vías alternativas desarrolladas de mediación, arbitraje o conciliación.
Claro que ni a Gallardón ni a los demás diputados y senadores que han votado la ley les importan las opiniones de los profesionales (incluidos jueces y fiscales que piden su dimisión). Es de prever que esta medida tenga corto recorrido, porque es claramente inconstitucional, a no ser que lleguen a declarar inconstitucional al Tribunal Constitucional, que no faltará alguno al que se le ocurra.
Hechos así demuestran como el dinero, o el amor al mismo, atrofian las neuronas y dificultan pensar con sentido común.
Pero esta no será la última lindeza de estos políticos decadentes, como decía el juez Pedraz en su famoso Auto por los detenidos del 25 S, hay otras previstas en materia de Justicia. La reforma del Código Penal prevé aumentar las penas para todo lo que tenga que ver con delitos callejeros suprimiendo las faltas, y sin agravar ¡por supuesto, faltaría mas! las penas a corruptos, evasores fiscales y demás sinvergüenzas y Urdangarines que son los que realmente están cercanos al poder de ese paraestado que va tomando cuerpo y de cuyo poder ejecutivo forma parte el actual gobierno.
Y ante esto, ¿cual es el punto de vista del Partido Humanista y que podemos hacer? Los humanistas aspiramos a una democracia real y no formal, y vamos en sentido opuesto al paraestado que se está configurando. Denunciamos por lo tanto las últimas leyes en justicia cuyo único interés es recaudar, o poner orden en el desorden generado por el sistema, adaptando las leyes a los dictados que requiere el capital financiero, suprimiendo y recortando derechos o dificultando su reclamación. Estamos al lado de la gente que aspira a una organización social donde el ser humano sea el valor central de las leyes que se aprueben y no el dinero como ahora. Queremos una democracia donde exista separación de poderes efectiva (legislativo, ejecutivo y judicial) y que todos sean elegidos en votación directa por la gente (los jueces también).
Queremos dar nuestro punto de vista y difundirlo, denunciar las políticas anti- humanistas de éste y otros gobiernos, e invitar a la gente a que no colabore con este sistema que les hará la vida cada vez mas difícil, en primer lugar no votando a estos políticos, haciéndoles el vacío y ejerciendo la desobediencia civil a sus leyes injustas y no respondiendo a sus provocaciones con acciones violentas.
Es el momento de los hombres y mujeres valientes
José Antonio López
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