El
Partido Humanista llama a la participación en la huelga general y en la
movilización convocada para el 14 de noviembre en todas las ciudades.
Los humanistas coincidimos en que hay
motivos de sobra para la protesta; casi seis millones de parados, más de
500 desahucios diarios y millones de personas en situación de pobreza y
exclusión social. A pesar de ello, el Gobierno de Rajoy continúa con los
recortes de los derechos básicos de la población; desmantela la sanidad y
educación públicas, suprime derechos laborales, ignora las libertades de
expresión y manifestación y reprime las protestas cada vez más generalizadas.
La última guinda, la reforma de la
Justicia , consagra que sólo los ricos tendrán posibilidad de
solicitar su amparo.
La actuación económica de este Gobierno, ha
consistido básicamente en favorecer una gigantesca transferencia de los recursos
del país para sostener a los bancos.
Primero para tapar los agujeros que generaron con sus maniobras especulativas y
después para pagar los intereses de una deuda que justamente está en manos de ellos
mismos. Vivimos en un casino de opereta donde la bola de la ruleta está
trucada y un “croupier” sin gracia canta siempre la misma cantinela: ¡Todo para
la banca!
Los
humanistas afirmamos que no hay ninguna salida en esa dirección. La situación
se irá haciendo más conflictiva para el conjunto de la población y para cada
individuo. Este sistema ya ha fracasado irremediablemente. Y también los
modelos y creencias en que se apoyaba: el dinero como valor central, el individualismo,
el pragmatismo, la obediencia a lo establecido. Pero una huelga general, o
cualquier otro tipo de protesta o
intento de transformar la sociedad no irá muy lejos si no se apunta a un nuevo
paradigma: considerar al ser humano como valor central.
En las circunstancias actuales, esto significa
priorizar una salud y una educación públicas, gratuitas y universales frente a
la desigualdad actual, devolver al pueblo el poder de decisión que le ha
sido negado construyendo una democracia real desde la base en las unidades
vecinales, equilibrar la relación entre capital y trabajo mediante la
participación de los trabajadores en los beneficios y en la toma de decisiones de la empresa, crear una banca
pública sin intereses que elimine la especulación y la usura del capital
financiero que se adueña de personas, empresas y países, promover un proceso de
desarme progresivo y proporcional que suprima completamente las armas nucleares
y cuidar el medio ambiente mediante el desarrollo de energías renovables.
No podemos
esperar que los que generaron esta situación nos saquen de ella. Ellos son
parte del problema y no de la solución. Es el momento de los pueblos y de los
individuos que trabajan diariamente para construir un futuro diferente, que
anónimamente ayudan a construir los conjuntos humanos capaces de hacerse
cargo de la situación. Ahora es posible crear un nuevo tejido social y un nuevo
vínculo entre las personas, y construir algo nuevo.
Para ello cada uno deberíamos preguntarnos si queremos vivir y en qué condiciones
queremos vivir, y qué estamos dispuestos a hacer para conseguirlo. Es
esa posibilidad de elegir entre condiciones la que nos define como seres humanos
y no como máquinas o instrumentos de las elecciones de otros.
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