"En la historia de la humanidad, mucho han tenido que ver las diferentes formas de organización social, con las diferentes formas de organizar la economía; mucho han tenido que ver las creencias y los valores de cada época, con las diversas motivaciones que pusieron en marcha la economía de cada región. Sería necio intentar imponer un orden económico artificial, ajeno a un momento histórico, pero también sería cosa de necios negar la permanente evolución del ser humano, tratando de mantener un orden económico que ya le queda chico, como la ropa a un niño en crecimiento."
"... Esta puja, que dividió al mundo durante gran parte del siglo XX, pareció tener un claro ganador hacia finales del siglo: un capitalismo triunfante que mediante técnicas imperialistas, llamadas globalización, arrasa con las economías nacionales y amplía la brecha entre ricos y pobres..."
"...Y aquí nos encontramos con una sociedad que se queja pero no acierta a reaccionar, porque el fracaso del socialismo real la dejó sin libreto para las alternativas. Se alzaron las voces clamando por un "capitalismo de rostro humano", como si los ganadores de la carrera por el dinero se caracterizaran por su compasión. Algunos gobiernos trataron de presentar como la "tercera vía", a una nueva variante de la socialdemocracia, tratando de satisfacer a su clientela electoral, pero no le aclararon que su poder político era tan escaso frente al poder económico, que hasta los cambios cosméticos les resultaron difíciles de implementar..."
"...Seguramente, estamos ante un momento de necesidad de cambios en todos los sentidos, y también en el de los sistemas económicos. Seguramente, el ser humano encontrará la salida de este laberinto, aprendiendo de su historia y con el futuro abierto a nuevas formas organizativas, superadoras de las anteriores. Seguramente, habrá que lograr un sistema económico donde la libertad no se oponga a la equidad y donde la avaricia no sea el motor de la eficiencia, ni la competencia el sistema de relaciones entre las personas.
Seguramente, los intentos de buscar sistemas intermedios, entre el liberalismo a ultranza y el estatismo totalitario e ineficiente, serán un antecedente de interés en cuanto a lo que ha sido la búsqueda de un rol adecuado del Estado en la economía; pero el fracaso de estos intentos anteriores habla de la necesidad de replantear el concepto de Estado y democracia. Si coincidimos con que la búsqueda de una Economía Mixta, donde el Estado y lo privado se complementen, es la dirección histórica hacia el equilibrio y la equidad, debiéramos poner el acento en por qué los intentos anteriores no lograron su objetivo: por qué no conformaron un verdadero sistema social político y económico, sino que más bien fueron válvulas de descompresión social dentro del mismo sistema liberal, o injertos de economía de mercado dentro de algún sistema socialista.
Un Sistema de Economía Mixta (SEM), sólo podrá sustentarse en los pilares de una democracia real y participativa y no en una democracia formal, donde los grupos de poder utilizan la pantalla electoral para legitimar a los testaferros de la dictadura del capital.
En un SEM, el Estado deberá garantizar que cada ser humano pueda satisfacer sus necesidades materiales, utilizando todos los recursos a su disposición, incluyendo el incentivo a la actividad privada cuando ésta confluya, el disciplinamiento de la actividad privada, cuando esta se desvíe y el control estatal, cuando no existan alternativas. Si el estado es la gente organizada, la resultante siempre deberá ser lo mejor para la gente."
Estamos acostumbrados a un estado que cobra impuestos para luego gastarlos, supuestamente en obras. Estamos acostumbrados a que un elevado porcentaje de ese presupuesto se diluya en los laberintos de la corrupción y de la burocracia. Estamos acostumbrados a que el Estado sea deficitario y se endeude. Estamos acostumbrados a que, mientras eso pasa con el Estado, los ciudadanos debemos intentar sobrevivir en una sociedad de creciente desempleo y deterioro de los derechos laborales, mientras los grandes capitales hacen su fiesta: la banca succionándonos con intereses usurarios y las multinacionales destruyendo las empresas medianas y pequeñas. Estamos acostumbrados a que, una cosa es lo que hace el Estado y otra lo que pasa en los mercados. Estamos acostumbrados a que los políticos prometan cosas que, no solamente no tienen la menor intención de realizar, sino que además, no sabrían cómo hacer.
Evidentemente, estamos muy mal acostumbrados.
Es hora de que el Estado intervenga en la economía de un modo activo, porque la desocupación le compete, el deterioro de la salud y la educación le compete y la pobreza le compete.
(*)(Ideas extraídas de"Ensayos sobre una Economía Mixta", de Guillermo Sullings, humanista y economista argentino)
Ramón E. Rojas Hernández
Secretario Insular
Partido Humanista de Tenerife
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