Por mucho que el ministro de educación Wert lo niegue,
las cifras globales del presupuesto indican claramente la dimensión del
problema. El gasto público para este curso (50.448 millones de euros) es
similar al que hubo en 2008, pero en las aulas hay 800.000 alumnos más que
entonces, y ya ha dicho que seguirán produciéndose recortes en el futuro
inmediato.
Desde nuestro punto de vista, es clara la intención de
este gobierno ultraliberal, que sigue a rajatabla las consignas de la FAES del
Sr. Aznar, eliminar la educación pública y, si no lo consigue, asfixiarla y
convertirla en una educación de ínfima calidad y al servicio de una minoría
instalada en el poder que no soporta que la gente tenga conocimiento alguno y
que quiere a las nuevas generaciones con una actitud de siervos y esclavos y
que sólo estudie el que pague; por tanto, convertir la educación en otro
negocio más, excepto para sus hijos, claro.
Foto de Juan Martín Zarza
Mientras la aspiración de la mayoría de
los padres es poder ofrecer a sus hijos una educación de calidad que les
prepare para enfrentarse a la vida cuando sean adultos, los recortes aprobados
en los presupuestos educativos —estimados en casi 6.000 millones de euros-
están haciendo mella en las aulas y los bolsillos, y eso es algo que las
familias acusan rápidamente; hasta el punto de que los colegios públicos
vivieron el jueves de esta semana una situación inédita en España: una huelga
de padres en protesta por los recortes y en defensa de un sistema educativo
público de calidad.
Los padres han observado y sufrido que el curso
comenzaba teniendo que pagar el 21% de IVA en los libros, con menos
profesores y más alumnos por clase, cómo desaparecían los profesores de
refuerzo y cómo dejaban de cubrirse las bajas de estos por enfermedad. Un
recorte drástico de las ayudas para libros de texto y otras necesidades, como
las ayudas de comedor y de las clases de música que dejarán a miles de niños
sin recibir ni unas ni otras.
El escritor parisino Jean Cocteau decía: “no se
puede vivir en una época como esta, donde la gente no cree en nada, ni siquiera
en los prestidigitadores”. Desde nuestro punto de vista, lo que no
compartimos con Cocteau en esta frase es que sea una desgracia vivir y actuar
en una época tan difícil y desamparada.
Sin duda, vivimos en un tiempo de completa
inseguridad; crece a marchas forzadas el malestar entre la población por ser
cada vez mayor la cantidad de españoles afectados por las medidas violentas y
discriminatorias aplicadas por este gobierno; y este malestar lleva a una mayor
intensidad el grado de indignación y, parece, que también de rebeldía a la luz
de las últimas movilizaciones ciudadanas acontecidas a lo largo de la geografía
urbana española durante los tres días en que fueron convocadas estas por
diferentes colectivos sociales, pero fundamentalmente, por las asociaciones de
padres de alumnos de la educación pública y a modo individual apoyada por un
gran número de padres de la educación privada y concertada, ya que se está
produciendo un trasvase paulatino hacia los centros públicos de alumnos de los
centros privados y concertados cuyas familias no pueden seguir soportando, a
causa de la crisis, los costes adicionales que se les exige.
Sobre el modelo educativo
“Ser educado, no es saber inglés, física, lengua o
matemáticas, dice la UNESCO, ser educado es ser libre y responsable”.
Por otro lado, la Institución Libre de Enseñanza,
nació negándose a ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia
religiosa, política, científica o moral. Los catedráticos que la conformaron en
1876, habían sido expulsados de la Universidad, expedientados y encarcelados,
por defender la libertad de cátedra. Así, de la mano de ilustres y generosos
personajes como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Teodoro
Sainz Rueda y Nicolás Salmerón, surgió tan paradigmática Institución y, en este
contexto, Giner de los Ríos decía que “ser educado es poder dirigir tu
propia vida”. Lo otro, saber inglés, matemáticas, etc., es conocimiento, es
cualificación profesional, habilidades, técnica… y puede haber un señor que
sabe mucho ingles y ser un mal educado o un eminente sabio de cualquier campo
del conocimiento y ser un mal educado. A este tipo de personas que acumulan un gran
conocimiento parcial sobre algún aspecto de la realidad las denominó Ortega “nuevos
bárbaros”, capaces, por ejemplo, de poner sus conocimientos al servicio de
la industria armamentística o de otros proyectos al servicio de esa minoría
dominante, en lugar de devolvérselo con creces a la sociedad a la que él o ella
se debe, por justicia y moralmente.
“¿Cómo están las cosas?[1] Nada acontece en nuestro
tiempo más esencial que el hecho de que nuestro tiempo –es decir, cómo están
las cosas hoy- se nos ha hecho total y radicalmente problema. La
ocupación con cualquier otro problema supone ya éste. Por eso cabe decir que hoy
tenemos ante nosotros un problema previo y que ese problema previo es
precisamente nuestro hoy”.
El futuro al que aspiramos
Más allá de los problemas coyunturales, de las luchas
parciales entre una minoría de opresores y una mayoría de oprimidos, entre una
minoría que no quiere perder sus privilegios y su poder y que pretende imponer,
disciplinando a la mayoría, un estilo de vida que se corresponde con ese viejo
mundo que muere; decimos que más allá de ellos, existe una profunda y gran
crisis en la que nos vemos todos inmersos y afectados. Un mundo viejo se acaba
y todavía no se aprecia ese mundo mejor y nuevo al que la mayoría de los seres
humanos de este planeta aspiramos.
El dinero se concentra cada vez en menos manos que
controlan los grandes medios de comunicación, los gobiernos, las
multinacionales, las fuentes de energía, las armas y las materias primas. No es
extraño, entonces, que las noticias en los medios tradicionales o los mismos
sistemas educativos, invadan la subjetividad de las personas buscando sostener
el esquema actual. La mayoría tiene la sensación de elegir libremente (a
sus gobernantes, qué comprar, dónde trabajar, qué estudiar, dónde vivir);
pero esas elecciones están restringidas a un marco perfectamente controlado.
Quizás, sólo quizás y ojalá que así sea, cada vez más
personas nos hacemos la siguiente reflexión, ya expresada de muchas maneras por
nuevos humanistas como Juan José Pescio[2]: ¿Cómo fue que millones de
personas llegamos a valorar este proyecto de vida posesivo que impulsa a
acumular bienes, saberes y relaciones? ¿En verdad debemos ocuparnos sólo de
nosotros mismos y desentendernos de los demás? ¿Es así la “naturaleza humana”? ¿O
esas minorías han modelado la mente de sociedades enteras, por medio de
engaños, haciéndonos creer que somos individuos libres?
Creemos que de esa reflexión necesaria, profunda y
verdadera de muchas personas que quieren despertar y cambiar el estado de las
cosas, surgirán las nuevas respuestas que necesita darse hoy el ser humano
normal y corriente. De ese clamor profundo de millones de seres humanos
violentados y discriminados surgirá aquella nueva imagen del futuro que hoy es
necesaria para recuperar la fe en nosotros, en los demás y en un futuro nuevo y
mejor para todos.
Ramón E. Rojas Hernández
____________________________________________
[1] José Ortega y Gasset,
conferencia en las Jornadas sobre profesiones liberales, junio de 1954 en Bad
Boll, Württemberg (Alemania).
[2] Juan José Pescio, Lic. en
Ciencias de la Educación y docente de la Universidad de Lomas de Zamora
(Provincia de Buenos Aires); considera que el proyecto de vida individualista,
posesivo y competitivo –globalizado por la minoría dominante– es la base de la
cultura violenta del mundo actual.
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