En su momento, los humanistas, nos alegramos y felicitamos al gobierno socialista por su iniciativa de ampliar el derecho a voto a ciudadanos extranjeros residentes en España. Ahora nos tenemos que desdecir y reconocer que fuimos víctimas del enésimo engaño del talante “progresista” de Zapatero.
Desde su fundación, en 1984, el Partido Humanista pide el derecho a voto de los inmigrantes. Lamentablemente, lo que nosotros pensamos que era un avance en esa dirección descubrimos que no es otra cosa que una nueva trampa de la democracia formal donde todo se hace en apariencia, no en realidad. De este modo, cuando se decía que cientos de miles de inmigrantes podrían participar en las elecciones locales y se generó todo un debate sobre las consecuencias de este hecho, simplemente se mintió.
Sólo los residentes procedentes de Bolivia, Cabo Verde, Chile, Colombia, Ecuador, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda, Paraguay y Perú podrán votar en las municipales, lo que resulta un pequeño porcentaje de los más de 5 millones de extranjeros que viven y trabajan en España. Pero, además se les exige la residencia ininterrumpida por al menos los últimos 5 años y el alta voluntaria en el censo electoral en un plazo que finaliza el 25 de enero. De manera que, después de tanto filtro, el censo real de votantes extracomunitarios será poco más que insignificante.
El Partido Humanista exige el derecho a voto, en igualdad de condiciones, para toda persona que viva y trabaje en territorio del Estado. Para ello sólo deberá tenerse en cuenta el único requisito de la edad y el empadronamiento como a cualquier otro ciudadano español.
Desde su fundación, en 1984, el Partido Humanista pide el derecho a voto de los inmigrantes. Lamentablemente, lo que nosotros pensamos que era un avance en esa dirección descubrimos que no es otra cosa que una nueva trampa de la democracia formal donde todo se hace en apariencia, no en realidad. De este modo, cuando se decía que cientos de miles de inmigrantes podrían participar en las elecciones locales y se generó todo un debate sobre las consecuencias de este hecho, simplemente se mintió.
Sólo los residentes procedentes de Bolivia, Cabo Verde, Chile, Colombia, Ecuador, Islandia, Noruega, Nueva Zelanda, Paraguay y Perú podrán votar en las municipales, lo que resulta un pequeño porcentaje de los más de 5 millones de extranjeros que viven y trabajan en España. Pero, además se les exige la residencia ininterrumpida por al menos los últimos 5 años y el alta voluntaria en el censo electoral en un plazo que finaliza el 25 de enero. De manera que, después de tanto filtro, el censo real de votantes extracomunitarios será poco más que insignificante.
El Partido Humanista exige el derecho a voto, en igualdad de condiciones, para toda persona que viva y trabaje en territorio del Estado. Para ello sólo deberá tenerse en cuenta el único requisito de la edad y el empadronamiento como a cualquier otro ciudadano español.
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